La lavanda es una planta aromática de gran belleza, dado su color mora azulado y su delicada silueta, acompañada de un aroma relajante. Esta planta es excelente para alejar a los mosquitos y posee propiedades calmantes, se le atribuye la capacidad de aliviar el estrés y la ansiedad. Todas estas características hacen de esta planta una excelente adquisición que merece ser cuidada.
Un problema usual que puede surgir con tu planta de lavanda es la resequedad ¿Has notado que tu planta está secando? esto puede deberse a diversas causas. La resequedad no tiene por qué ser motivo de muerte. Te compartiremos unos métodos sencillos para salvar a tus plantas, de acuerdo con la situación en la que se encuentren.
Falta de agua
Si olvidaste regar tus plantas de lavanda durante algunos días, no desesperes. La lavanda es más resistente a la sequía que al exceso de hidratación. Si te pasaste del día de riego habitual, no intentes compensarlo agregando más agua. Continua con tu frecuencia habitual. Si la tierra todavía conserva algo de humedad no hay que preocuparse. En estos casos, únicamente debes regar si el sustrato está completamente seco y notas que las hojas o flores comienzan a caer. Para no caer en una situación donde a tu planta le falte agua, programa tus riegos y establece un horario para que no vuelvas a olvidarlo.
La lavanda ya crecida requiere riego adicional cuando se planta en climas templados o ligeramente húmedos y solo necesita ser regada una vez cada 2 semanas en climas cálidos, o cuando es plantada en materas.
Luz solar
Si no recibe la temperatura y luz solar suficiente, tu planta puede marchitarse y morir. Esto lo identificarás fácilmente, ya que la lavanda no tiene color verde o blanco en sus tallos y ramas cuando está muerta.
Las plantas de lavanda son perennes y resistentes. Pueden aguantar temperaturas bajas hasta los -12°C cuando son adultas. Sin embargo, las lavandas recién trasplantadas tienen dificultades para soportar temperaturas inferiores a los 4°C.
Exceso de humedad
Si la tierra se riega con demasiada frecuencia o se drena muy lentamente, la raíz se terminará pudriendo, lo que va a llevar a que la lavanda se seque y se quiebre. La lavanda crece subsiste mejor en suelos que sean secos y con buen drenaje, que también cuenten con buen contenido de arena o gravilla. Esto ayuda a aumentar la capacidad de drenaje del suelo, a la vez que se mantiene las raíces secas entre un periodo de riego y otro.
Durante las temporadas de frío, es más apropiado regarla a plena luz del día para evitar que la humedad se acumule durante la noche. El riego debe hacerse directamente en el tallo, evitando en todo momento mojar las flores. Para cersiorarte si la tierra está muy húmeda, simplemente introduce un palito de madera a unos 10 centímetros de profundidad. Si al extraerlo está lleno de tierra, entonces el sustrato aún está húmedo. Si sale con polvo fino, entonces es momento de volver a regar tu planta.
Temperaturas extremas
En los casos donde tu planta de lavanda esté expuesta a temperaturas demasiado altas o luz excesiva que la estén secando, busca el mejor espacio para la planta. Si notas que la planta recibe luz directa del sol durante más horas de las que necesita, búscale un punto en el que tenga luz suficiente pero donde no le dé la luz del sol directamente. Seguro que en pocos días tu planta lucirá mucho mejor.
Resequedad parcial
Si solamente algunas hojas o tallos están secos, los puedes retirar. La poda de estas partes de la planta generalmente fomenta su crecimiento. Una vez realizado este paso, rocía las hojas con una pequeña cantidad de agua para conseguir que se rehidraten. No debes realizar un riego completo, solo aplicar agua sobre la planta, mas no el suelo.
El pH del suelo
Hay que tener en cuenta pH de la tierra en donde se encuentra sembrada. Lo que se recomienda para una planta de lavanda es que se trate de una mezcla alcalina. Si notas que a pesar de todos los cuidados y esfuerzos, tu planta aún se está poniendo seca y pierde su coloración, es muy probable que el suelo sea demasiado ácido para tu planta y necesites añadir un sustrato que sea alcalino para cambiar su composición.
El abono
Cuando se trata de la lavanda, lo mejor es evitar aplicar cualquier clase de abono, ya que por sí sola puede mantener su florecimiento y aroma. No es necesario agregar ningún tipo de material o sustancia que pueda terminar resecándola en vez de ayudarla a crecer.
Sigue estos consejos al pie de la letra y verás como tus lavandas se mantienen saludables.